¡Muy buenos días!
Después de pasar cuatro días maravillosos con mi familia, toca volver a la rutina :(
Como ya os comenté, he aprovechado este puente para escaparme unos días a la playita, concretamente a Orihuela. No conocía la zona y lo cierto es que me ha sorprendido muy gratamente.
El pueblo de Orihuela es precioso y sorprendentemente grande. Su casco antiguo está muy poblado y, aunque sus casas son bastante viejas, un gran numero de personas le dan todavía ese aire de vida que muchos otros centros históricos han ido perdiendo. De echo, aquí se pueden ver estampas tan típicas como la de los vecinos hablando sentados a las puertas de sus casas y los niños jugando al balón sin miedo al tráfico abrumador que impera en la mayoría de ciudades españolas. Sus callejuelas son estrechas y podemos encontrar casas de todos los colores y estilos, perfectas para hacer fotos interesantes y disfrutar de un paseo agradable, especialmente al atardecer, cuando el calor ya no es tan sofocante. Si salimos a las afueras del municipio, encontramos la huerta oriolana, donde se desarrollan intensos cultivos de cítricos, hortalizas y algodón. Es una zona ideal para montar en bici, caminar y disfrutar de un día muy interesante en un entorno típico de la Vega Baja del Segura. La playa pilla lejos, eso sí, a unos 40 minutos, pero en esta época el clima es estupendo y no se encuentra esa acumulación de gente propia de los meses de julio y agosto, por lo que merece la pena coger el coche y acercarse ;)
Nuestra escapada coincidió con La Virgen del Rocío, así que el sábado por la noche nos acercamos a la feria con el peque y nos lo pasamos en grande. Pescaíto frito, sevillanas y mucho rebujito!!! Demasiado rebujito... ja, ja, ja.
En resumen, una escapada súper recomendable en un entorno de contrastes, entre sierra, huertas, campos y mar.
¡Feliz día!
El pueblo de Orihuela es precioso y sorprendentemente grande. Su casco antiguo está muy poblado y, aunque sus casas son bastante viejas, un gran numero de personas le dan todavía ese aire de vida que muchos otros centros históricos han ido perdiendo. De echo, aquí se pueden ver estampas tan típicas como la de los vecinos hablando sentados a las puertas de sus casas y los niños jugando al balón sin miedo al tráfico abrumador que impera en la mayoría de ciudades españolas. Sus callejuelas son estrechas y podemos encontrar casas de todos los colores y estilos, perfectas para hacer fotos interesantes y disfrutar de un paseo agradable, especialmente al atardecer, cuando el calor ya no es tan sofocante. Si salimos a las afueras del municipio, encontramos la huerta oriolana, donde se desarrollan intensos cultivos de cítricos, hortalizas y algodón. Es una zona ideal para montar en bici, caminar y disfrutar de un día muy interesante en un entorno típico de la Vega Baja del Segura. La playa pilla lejos, eso sí, a unos 40 minutos, pero en esta época el clima es estupendo y no se encuentra esa acumulación de gente propia de los meses de julio y agosto, por lo que merece la pena coger el coche y acercarse ;)
Nuestra escapada coincidió con La Virgen del Rocío, así que el sábado por la noche nos acercamos a la feria con el peque y nos lo pasamos en grande. Pescaíto frito, sevillanas y mucho rebujito!!! Demasiado rebujito... ja, ja, ja.
En resumen, una escapada súper recomendable en un entorno de contrastes, entre sierra, huertas, campos y mar.
¡Feliz día!
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