28 ago 2015

CUATRO


Parece mentira que hayan pasado ya cuatro años desde entonces... Y es que sí, ahora empiezo a entender a todos aquellos que me decían:

"Disfrútalo ahora, que el tiempo pasa volando y después ya ni te acuerdas de esto"

Lo que ocurre es que tú entonces estás tan agotada que no te paras a pensar en que es posible que aquellos tengan razón... Porque podría contaros infinitas bondades acerca de la maternidad, sí, pero lo que nadie te dice es lo francamente mal que se llevan los primeros meses.
Entras por la puerta de casa después de una cesárea y cinco días en el hospital y de pronto te das cuenta de que ya nada va a ser como antes... Ahora tu día a día gira en torno a algo minúsculo, muy pequeño pero al mismo tiempo enorme. Tu día a día y tu noche a noche... Porque a mi nadie me avisó de lo de las cinco horas con él al pecho y los ojos como platos, lo de los llantos a la una, a las dos, a las tres..., lo de los cólicos, lo de los dientes, las vacunas, el percentil... Nadie me advirtió del "no lo cojas, que se acostumbra", del "cógelo que está llorando", del "dale pecho, que es lo mejor", del "con el pecho no es suficiente"...


Pero los meses pasan y pronto llegan las primeras sonrisas, los primeros pasitos, el primer mamá... Y casi sin darte cuenta, pasas de los Kleenex en el sillón (las hormonas...) a colocar cuatro velas sobre la tarta.
Estos años han sido un suspiro y, aunque hoy haya comenzado con la cara mala de la experiencia, ser madre es lo más maravilloso que le puede ocurrir a una mujer (además, tan horrible no será cuando algunas repiten! jajaja)


Más de cuatro horas en la cocina es lo que necesité para prepararlo todo.
Las tartas son "Made in Arantxa" y, aunque esté mal que yo lo diga, todo el esfuerzo mereció la pena porque quedaron buenísimas. 
El resto: cositas de Ikea, Sostrene Grene, La Fiesta de Olivia y mucha paciencia.


Pero, ¿sabéis qué fue lo mejor?
Ese: "Me ha gustado mucho mi cumple ¡Gracias mami!"

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