Soy de carácter inquieto, qué le vamos a hacer. Los que me conocen, saben que tengo que mantener mi tiempo y mi mente ocupados porque sino, pues me aburro, francamente. Así que, en mi empeño por darle a mi cabecita loca algo en lo que pensar, llevo semanas profundizando en el asunto de la alimentación y, más concretamente, en todo lo relacionado con la cantidad de aditivos y sustancias artificiales que, desafortunadamente y cada vez más, están presentes en la mayor parte de los alimentos que consumimos de forma cotidiana.
Creo que ya os comenté hace unos días a través de Snapchat mi sorpresa para con muchos productos, aunque hoy, por empezar por algún sitio, me centraré en dos de los más frecuentes en nuestra cesta de la compra. Hablo del jamón cocido y el pavo: esos inseparables compañeros de nevera a los que, sin sentido alguno, hemos colgado el cartel de "saludables". Y digo sin sentido alguno porque, queridas, queridos, de saludable tienen bien poco. Empezaré diciendo que, pese a que penséis de mi que soy una obsesa, un poco pesada o incluso algo friki, he comparado decenas de marcas en mi afán por encontrar alguna "apta" para su consumo diario. ¿Y que me he encontrado? Que NINGUNA. Los fiambres de este tipo, especialmente los de pavo - y eso que se vende como la alternativa más sana - contienen de todo lo habido y por haber: fécula de patata, almidones, azúcares, dextrosa... y una altísima cantidad de sal que convive en armonía con un ridículo 60 % (y eso en las marcas más espléndidas) de carne de pavo. Y eso por no hablar de los aditivos y las dichosas "E", entre las que destacan, resumiendo y por no aburrir:
- Nitrito E250 y ascorbato sódico E301 como conservante y antioxidante. El primero origina una sustancia cancerígena llamada nitrosamina en contacto con la sal común (ahí queda eso).
- Carragenanos E407 o goma guar E412 para espesar. Así, los fabricantes restan magro y suman agua espesada con cualquiera de estas dos sustancias, manteniendo la misma consistencia que la carne pero sin ella (lo que se dice hacer negocio, vaya).
Y la lista se completa con los E316, E325, E451 y un largo etc, etc, etc...
Llegados a este punto, os invito a que hagamos una reflexión: ¿nos comeríamos algo sin saber antes lo qué es? Entonces, ¿porque lo hacemos, y de forma muy habitual, con este tipo de productos? Porque nos estafan. No dejemos que lo hagan.
La industria alimentaria y la publicidad van de la mano en este sin sentido que juega a vender medias verdades y mentiras completas. Porque en los últimos años, el número de personas que se preocupan por las calorías que ingieren y el control de su peso ha aumentado considerablemente, de manera que la industria alimentaria ha comenzado a ofrecer opciones diversas, libres de calorías, en forma de alimentos "saludables" que satisfagan las necesidades de este nuevo boom en el mundo de la alimentación. Pero que no se confunda nadie, estas iniciativas de "salud" son, en la mayor parte de los casos, tácticas de mercadotecnia, cuya única finalidad no es que comamos menos, sino más. De hecho, solo hay prestar atención al tamaño de los eslóganes de cualquier marca de lonchas de pavo: "Bajo en grasa", "Sin gluten", "Artesano", "Reducido en sal"... Ahora, intentad vislumbrar los ingredientes y ese sin fin de aditivos "E" impresos en letra blanca de tamaño minúsculo sobre fondo rosa... En más de una ocasión he echado en falta unas gafas, y eso que no utilizo. Eso no interesa que se lea, ¿verdad?
En resumen, y no me enrollo más, el mejor consejo que os puedo dar sobre este asunto es que penséis en lo que os vais a comer. Porque solo hay una manera de librarnos de estas estratagemas publicitarias y es informándonos adecuadamente, leyendo (aunque a veces nos dejemos la vista) y recuperando el espíritu crítico con quien solo pretende vendernos sus productos a cambio del máximo beneficio posible y sin importar en absoluto las consecuencias.
Alimentarnos es algo que hacemos a diario y que es necesario que hagamos bien, y no hablo ya de estética, sino de salud. De salud y de años de vida.
Continuará...
La industria alimentaria y la publicidad van de la mano en este sin sentido que juega a vender medias verdades y mentiras completas. Porque en los últimos años, el número de personas que se preocupan por las calorías que ingieren y el control de su peso ha aumentado considerablemente, de manera que la industria alimentaria ha comenzado a ofrecer opciones diversas, libres de calorías, en forma de alimentos "saludables" que satisfagan las necesidades de este nuevo boom en el mundo de la alimentación. Pero que no se confunda nadie, estas iniciativas de "salud" son, en la mayor parte de los casos, tácticas de mercadotecnia, cuya única finalidad no es que comamos menos, sino más. De hecho, solo hay prestar atención al tamaño de los eslóganes de cualquier marca de lonchas de pavo: "Bajo en grasa", "Sin gluten", "Artesano", "Reducido en sal"... Ahora, intentad vislumbrar los ingredientes y ese sin fin de aditivos "E" impresos en letra blanca de tamaño minúsculo sobre fondo rosa... En más de una ocasión he echado en falta unas gafas, y eso que no utilizo. Eso no interesa que se lea, ¿verdad?
En resumen, y no me enrollo más, el mejor consejo que os puedo dar sobre este asunto es que penséis en lo que os vais a comer. Porque solo hay una manera de librarnos de estas estratagemas publicitarias y es informándonos adecuadamente, leyendo (aunque a veces nos dejemos la vista) y recuperando el espíritu crítico con quien solo pretende vendernos sus productos a cambio del máximo beneficio posible y sin importar en absoluto las consecuencias.
Alimentarnos es algo que hacemos a diario y que es necesario que hagamos bien, y no hablo ya de estética, sino de salud. De salud y de años de vida.
Continuará...
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