Domingo. La lluvia golpetea los cristales, Septiembre ha llegado para quedarse y si, ya podemos ir diciéndole adiós a nuestro querido verano. Porque en breve volveremos a sacar las mantas olvidadas en los cajones, las chaquetas, los paraguas, volveremos a abrigarnos cual cebolla con una extraña mezcla de nostalgia y, a la vez, calidez. Mes de cambios, de principios, de comenzar algo nuevo. De reflexionar y plantearse nuevas metas o dejarse llevar por la lluvia y simplemente escucharla. Ya habrá tiempo para pensar, ¿verdad?
Hoy vuelvo a retomar el blog después de unas largas vacaciones en las que reconozco he desconectado de todo y tal vez por eso este retorno se me antoja más difícil aún si cabe. Porque no estoy pasando por mi mejor momento y, francamente, las ganas de no continuar me ganan la partida por goleada. Supongo que hay circunstancias, etapas, que requieren de toda tu atención, de ti al 100% y esta es una de ellas. Así que, sin entrar en más detalle, me despido puede que hasta el próximo lunes o puede que no. Voy a escucharme a mi misma. Eso haré.
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